viernes, 24 de febrero de 2012

DIFERENTES ENFOQUES Y SOLUCIONES PARA UN MISMO PROBLEMA

Historia real contada por Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y premio nobel de química en 1908.
" Hace algún tiempo recibí la llamada de un colega.. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese  a que este afirmaba rotundamente que su respuesta era absolutamente acertada.
Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje a alguien imparcial y fui elegido yo ".
Leí la pregunta del examen y decía:
" Establezca como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
La respuesta del estudiante fue la siguiente:
Llevo el barómetro a la azotea del edificio y le ato a una cuerda muy larga, lo descuelgo hasta la base del edificio, marco y mido.
La longitud de la cuerda es igual a la altura del edificio.
Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, pues había respondido a la pregunta, correcta y completamente.
Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudio, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física, pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.
Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí séis minutos para que me respondiera la misma pregunta, pero esta vez con la advertencia, de que debía de demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunté si deseaba marcharse, pero me contestó que tenía muchas respuesta al problema. Su dificultad era elegir la más acertada y mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara. En el minuto que quedaba escribió la siguiente respuesta:
Tomo el barómetro y lo lanzo al suelo desde la azotea del edificio, y mido el tiempo de caída con un cronómetro, después aplico la fórmula: Altura de caida = 0´5 x g x t^2 (donde g es la aceleración constante de la gravedad = 9´8 m/sg2, y  t el tiempo de caída), y así  se obtiene la altura del edificio.
En este punto le pregunté a mi colega si el estudiante se podía retirar. Le dio la nota más alta.
Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante, y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta.
Bueno respondió, hay muchas maneras:
Por ejemplo, tomas el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. si a continuación medimos la longitud de la sombra del edificio, y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.
Perfecto, le dije, ¿ y de otra manera? si, contestó, este es un procedimiento muy básico para medir un edificio, pero también sirve. Con este método tomas el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio, en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro, y cuentas el número de marcas hasta llegar a la azotea, al final multiplicas la altura del barómetro por el número de marcas que hiciste y ya tienes su altura.
Este es un método muy directo. Por supuesto, si lo que quieres es un método mucho más sofisticado, puedes atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está  a la altura de la azotea del edificio la velocidad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la velocidad del barómetro cuando pasa por la perpendicular de edificio en trayectoria circular, la diferencia de ambas velocidades, y aplicando una sencilla fórmula trigonométrica, podríamos calcular sin duda la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle, usándolo como un péndulo, puedes calcular su altura midiendo su periodo de precesión.
En fin existen otras muchas maneras. Probablemente la mejor sea tomar el barómetro y con el, golpear la puerta de la casa del portero, cuando abra decirle:
" Señor aquí tengo este bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio se lo regalo ".
En ese momento de la conversación, le pregunté si conocía la respuesta convencional al problema, ( la diferencia de presión, marcada por un barómetro en dos lugares diferentes, nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares ), evidentemente dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.
El estudiante se llamaba NIELS BOHR, físico danés, premio nobel de física en 1.922,  más conocido por proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban.
Fue fundamentalmente un innovador de la teoría Cuántica.

Esta historia es verídica, pero lo interesante, es destacar esta característica QUE TENEMOS EL SER HUMANO, de pensar de diferentes formas una misma situación, y todas son totalmente válidas. A veces las respuestas convencionales a los problemas actuales, nos cierran la puerta a generar grandes mejoras.
Por consiguiente, no debemos de tener prejuicios a la hora de dar respuestas y generar ideas nuevas a los acuciantes problemas que nos sacuden en la actualidad, aunque el mero echo de hacerlo, no le haga del todo bien, a nuestra imagen.
 Fuente: PlanUba.

COMO SIEMPRE GENIAL: EINSTEIN.

" No pretendamos que las cosas cambien , si siempre hacemos lo mismo. Las crisis son la mejor bendición que puede sucederle a países y personas, pues las crisis hacen progresos, la creatividad nace de la angustia, como el día de la noche oscura. Es de la crisis de donde nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quiénes superan las crisis se superan a si mismos, sin quedar superados. Quién atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones, la verdadera crisis es la crisis de la incompetencia.
El mayor incomveniente de las personas y los países, es la pereza para encontrar las salidas y soluciones a los problemas.
Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en época de crisis cuando aflora lo mejor de cada uno, pues sin ella todo viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla, y callarla es fomentar el conformismo.
En vez de esto, trabajemos nuestro talento y habilidades para encontrar soluciones, acabemos de una vez, con la cínica crisis, amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar para superarla ".